El coche
acababa de pasar por otra curva peligrosa, y yo, como en todos los viajes, me
estaba haciendo la dormida para que mi hermano mayor no me molestase, solo que
esta vez, no era un viaje cualquiera, esta vez no íbamos a ver a la abuela ni
nada por el estilo, esta vez nos mudábamos, cosa que no me gustaba ni un pelo.
De repente, un frenazo del coche me impulsa ligeramente hacia delante y
entonces me doy cuenta de que ya hemos llegado, nuestra nueva casa está delante
mía, y parece una antigua mansión ya en ruinas, tiene varias tejas del tejado
caídas, y las ventanas están resquebrajadas.
Mi madre
debe notar mi cara de decepción, porque me dice:
-No te
preocupes, lo importante es el aspecto por dentro, el exterior ya se arreglará.
- No es eso
mamá- le contesto- lo que me pasa es que me hacía mucha ilusión ir con mis amigas al bachiller este año, y además, me
fastidia mucho que a Mark y a mí no nos hayáis pedido opinión, ni si quiera
para la casa en la que vamos a vivir.
-Vosotros no
tenéis ni la más mínima idea- dice mi padre de una forma tajante- además, no
sabéis nada sobre el dinero que tenemos ni el que hemos gastado
-¡Pues entonces
habérnoslo dicho!- grito muy enfadada- ¡es lo mínimo que tendríais que habernos
dicho!
Entonces ya
todo me da igual, suelto la caja que tengo entre mis manos y haciendo caso
omiso del grito de mi padre, echo a correr calle arriba, allá en lo alto, hay
dos senderos que cortan el camino, uno se dirige a la ciudad, Fercon y el otro
se adentra en un bosque algo siniestro.
Por alguna
extraña razón, escojo el sendero del bosque, me adentro con cautela, pero
enseguida empiezo a andar con más seguridad, me doy cuenta, con asombro, de que
a pesar de ser una chica de ciudad, el bosque no me intimida. Sigo caminando,
hasta que de repente, me topo con una niña que me miraba fijamente frunciendo
el ceño:
-¿Qué haces
aquí?-me espeta-por si no lo sabes, esto es propiedad privada.
-Lo siento,
no era mí…
-los niños
de aquí no respetáis nada- me interrumpe
-Ya te he
dicho que lo siento-le digo de nuevo con lágrimas en los ojos-¡No era mi
intención molestarte!
Me marcho
corriendo de nuevo, intento retener mis lágrimas con todas mis fuerzas, pera
que al volver a casa, no se me notase que había llorado y así mi hermano no se
metiese conmigo, de repente, oigo a la niña de antes gritar con todas sus
fuerzas, pero ya es demasiado tarde, solo me da tiempo a ver como un chico se
abalanza sobre mí, siento un dolor terrible en el hombro y me desmayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario